Al vivir en Florida y haber pasado la mayora de mi vida entre Florida y Puerto Rico, no soy ajena a los huracanes. En los últimos años, me atrevería a decir que me he convertido en una experta en lidiar con las consecuencias de estos desastres naturales.
Recuerdo cuando era niña de estar muy emocionada por las fiestas de huracanes y los días libres de la escuela. Cuando llegó el huracán Charley, pasé tres días sin ir a la escuela y sin electricidad, mientras mis amigos y mi familia en Hialeah jugábamos cartas y cocinamos arroz con habichuelas en pequeñas estufas de gas propano. En esos momentos, yo no estaba consciente de que comí la misma comida durante tres días seguidos, atrapada en una zona inundable, afortunadamente estaba a salvo y tenía todo lo que necesitaba para sobrevivir.
Los huracanes se volvieron un tema serio para mí cuando el huracán Irma estaba a punto de llegar a Florida. Recuerdo haber visto imágenes de noticias sobre el huracán que llego a Houston y por primera vez me sentí nerviosa por lo que podría suceder. Al vivir en lo profundo del sur de Tampa, tuve que desalorjar el lugar donde vivía para llegar a Spring Hill. Allí mi familia y yo veíamos las noticias con inquietud y preocupación, verificando constantemente si el área de nuestra casa estaba bien y si teníamos un hogar al cual volver después de la tormenta. Irma cambió su ruta al último minuto, salvándonos pero causando devastación en muchas partes del norte de Florida. En ese momento pensamos que lo peor había pasado.
Dos semanas después, el huracán María azotó la isla de Puerto Rico. Si sabes algo sobre los puertorriqueños en la diáspora es que todos, tenemos a alguien en la isla. Y durante las proxima semanas y para algunos meses, muchos de nosotros no pudimos comunicarnos con familiares o amigos para saber cuál era su situación actual y si habían sobrevivido el huracán. Imágenes como estas comenzaron a compartirse en Internet y en las noticias. Recuerdo no poder comunicarme con mi abuela durante días y luego ver su casa en las noticias y las imágenes de su ciudad y las calles en las que corría y jugaba cuando era niña, totalmente destruidas.
Krizia López, Gerente de Comunicaciones de Chispa Florida, nos comparte su experiencia de mudarse de Puerto Rico a Florida después del huracán María: “Como boricua en la diáspora que vino aquí desplazada por el huracán María, cada temporada de huracanes es un trauma. Primero, por nuestras experiencias a través de los años con diferentes huracanes, y segundo porque ahora estoy aquí sin mi familia trabajando todos los días para prosperar y tener una buena vida a costa de saber que mi familia en la Isla no está segura debido al cambio climático y el sistema gubernamental de la Isla”.
La historia de Krizia y la mia no son inusuales y seguirán volviéndose más comunes si no tomamos medidas y responsabilizamos a nuestros funcionarios electos para construir una infraestructura que salve vidas y desarrollen mejores respuestas de emergencia en casos de desastre. Como dos mujeres puertorriqueñas que viven en Florida, ambas hemos visto de primera mano la necesidad de energía confiable en tiempos de crisis ambiental. Los huracanes son naturales y seguirán ocurriendo, pero desarrollar y mantener medidas constantes durante todo el año para responder de manera rápida y eficiente después de los desastres naturales es parte integral de la salud de Florida en los años venideros.
“El sistema eléctrico en Puerto Rico es nulo en un día normal, y ahora, después de Fiona, miles de personas siguen sin electricidad y algunas sin agua. Mi gente está desesperada, solo tratando de sobrevivir, preocupada de que esto pueda terminar como María, largos meses sin electricidad, y tratar de vivir así no es algo normal”, dice Krizia, y el sentimiento se repite en Florida, donde muchos todavía se ven afectados por inundaciones y energía poco confiable a raíz del huracán Ian.
“Aquí en Florida Central, donde vivo ahora, las comunidades de personas de color de bajos ingresos en Kissimmee se inundaron y las autoridades locales y estatales las olvidaron. La ayuda y los recursos para ellos fueron proporcionados por organizaciones comunitarias locales que se organizaron para darles dignidad, comida y también la esperanza de que de ahora en adelante no estarán solos”.
A medida que los grandes huracanes se vuelven más frecuentes en el estado, es responsabilidad de nuestros funcionarios electos tener planes consistentes y confiables para resistir las tormentas. En el estado más afectado por los efectos de los huracanes, necesitamos líderes que estén del lado de todas las personas.