La última crisis en la planta de fosfato de Piney Point en Tampa Bay es el capítulo más reciente de décadas de fracaso para reinar en una de las industrias más destructivas de Florida: la extracción y producción de fosfato. Múltiples administraciones han permitido que las pilas de yeso tóxico, o estanques, en el sitio permanezcan al tiempo que solo requieren protecciones mínimas y toleran un período de limpieza extremadamente lento. Según todas las apariencias, el Departamento de Protección Ambiental decidió no exigir a los propietarios del sitio, pasados o presentes, que retiren permanentemente estos estanques. En cambio, una administración tras otra ha permitido que esta bomba de tiempo de aguas tóxicas se cierne sobre tesoros como Bishop’s Harbour, Terra Ceia Aquatic Preserve y las comunidades de Tampa Bay.
La destrucción infligida por la industria del fosfato en Florida es tan vasta que puede verse desde el espacio. Si bien decenas de empresas y ejecutivos de fosfato se han beneficiado de esta destrucción, como aquellos que originalmente construyeron y operaron Piney Point a mediados de la década de 1960, muchos se han ido, dejando a las comunidades a lidiar con las consecuencias. Las descargas masivas de agua tóxica de Piney Point han ocurrido muchas veces antes. Varias empresas responsables del sitio han quebrado, dejando a los floridanos a cargo del costo tanto en términos de limpieza del sitio como del daño causado a nuestras aguas cercanas a la costa. Desafortunadamente, este último fallo de esta instalación no es ninguna sorpresa. La propia Legislatura de Florida La Oficina de Análisis de Políticas de Programas y Responsabilidad Gubernamental advirtió a los legisladores sobre los altos costos de cerrar Piney Point desde al menos 2005.
Es importante que los líderes legislativos reconozcan a Piney Point como una falla en la supervisión y la rendición de cuentas. Esta vez, asegurémonos de poner los fondos y el plan en su lugar para garantizar que una crisis como esta nunca vuelva a suceder, no solo en Piney Point, sino en toda Florida, donde los sitios tóxicos abandonados han sido olvidados e ignorados.